Esto Creemos

1. Creemos que la Biblia es la palabra de Dios dada por inspiración divina, el registro de la revelación de Dios mismo a la humanidad (II Timoteo 3:16)  Es confiable, suficiente, sin errores. La suprema autoridad y guía para toda doctrina y conducta (I Pedro 1:23-23; Juan 17:17; II Timoteo 3:16-17) Es la verdad, a través de la cual Dios atrae a las personas a una relación de salvación consigo mismo y los guía hacia una madurez espiritual (Juan 20:31; I Juan 5:9-12; Mateo 4:4; I Pedro 2:2)

2. Creemos en el único soberano y verdadero Dios viviente, perfecto en sabiduría, soberanía, santidad, justicia, misericordia y amor (I Timoteo 1:17; Salmo 86:15; Deuteronomio 32:3-4). Manifestado en tres entidades que actúan juntas en la creación, providencia y redención (Génesis 1:26;  I Pedro 1:2; Hebreos 1:1-3).

a. El Padre reina con cuidado providencial sobre toda la historia en el universo creado;  Él oye y contesta la oración (I Crónicas 29:11-13; Mateo 7:11).  Él inició la salvación enviando a Su Hijo, y es el Padre de aquellos que por fe aceptan a Su Hijo como Señor y Salvador. (I Juan 4:9-10; Juan 3:16; Juan 1:12; Hechos 16:31).

b. El Hijo se hizo hombre, Jesucristo, que fue concebido del Espíritu Santo y nacido de la virgen María (Juan 1:14; Mateo 1:18). Siendo totalmente Dios y totalmente hombre, él reveló a Dios a través de su vida sin pecado, con milagros y enseñanzas (Juan 14:9; Hebreos 4:15; Mateo 4:23-24). Él proveyó salvación con su muerte expiatoria en la cruz, tomando el lugar nuestro y con su resurrección en cuerpo venció a la muerte, (I Corintios 15:3-4; II Corintios 5:21; Romanos 4:23-25). Él ascendió al cielo en donde reina sobre toda la creación (Filipenses 2:5-11).  Él intercede por todos los creyentes y mora en ellos eternamente como su Señor (Romanos 8:24; Juan 14:23).

c. El Espíritu Santo inspiró al hombre para escribir las Escrituras  (II Pedro 1:21).  A través de la palabra, Él convence a las personas de su pecado y les muestra la justicia de Cristo,  los atrae al Salvador, y da testimonio de su nuevo nacimiento (Santiago 1:18; Juan 16:7-11; I Tesalonicenses 1:5-6; Romanos 8:16). En la regeneración y conversión, el creyente es bautizado con el Espíritu Santo (I Corintios 12:13).  El Espíritu habita, sella y da dones espirituales a todas los creyentes para el ministerio en la iglesia y la sociedad (Romanos 8:9-11; Efesios 1:13-14; Romanos 12:5-8; I Pedro 4:10). Él capacita, guía, enseña, llena, santifica y produce el fruto de semejanza a Cristo en todo el que a él se rinde (Hechos 4:31; Romanos 8:14; I Corintios 2:10-13; Efesios 5:18; II Tesalonicense 2:13; Gálatas 5:16,22-23).

3. Creemos que Dios creó un orden de seres espirituales llamados ángeles para servirle y hacer su voluntad (Salmo 128:1-5; Colosenses 1:16).  Los ángeles son espíritus obedientes que ministran a los herederos de la salvación y glorifican a Dios (Hebreos 1:6-7,13-14).  Algunos ángeles, llamados demonios, siendo Satanás su jefe, con deliberada elección se rebelaron y cayeron de su posición exaltada (Apocalipsis 12:7-9).  Ellos ahora tientan a las personas a rebelarse contra Dios ( I Timoteo 4:1; I Pedro 5:8), su destino final es el infierno por la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte (Hebreos 2:14; Apocalipsis 20:10).

4. Creemos que Dios Creó al hombre a su imagen, para que tenga  compañerismo con Él y para que administre su creación, (Génesis 1:26-28). Como resultado de esto cada persona es única, posee dignidad y es digna de respeto (Salmo 139:13-17).  Mediante la tentación de Satanás, Adán eligió desobedecer a Dios; esto trajo consecuencias eternas, la separación de Dios con el hombre. El pecado y la muerte pasaron a toda la humanidad, además sufrimiento a toda la creación (Génesis 3; Romanos 5:12-21; Romanos 8:22).  Por tanto, toda persona nace con una naturaleza pecaminosa y necesita ser reconciliado con Dios (Romanos 3:9-18,23).  Satanás tienta a las personas a rebelarse contra Dios, aun aquellos que aman a Dios (Efesios 4:27; II Corintios 2:11; Mateo 16:23).  Sin embargo, cada individuo es responsable delante de Dios; de sus pensamientos, acciones y creencias, y tiene el derecho de acercarse á él directamente a través de Jesucristo, si así lo desea, Jesús es el único mediador (Romanos 14:2; I Timoteo 2:5).

5. Creemos que la salvación es la redención del pecado y la muerte hecha por Cristo a la totalidad del individuo (II Timoteo 1:9-10; I Tesalonicenses 5:23). Es ofrecida por Dios como don gratuito para todos y debe ser recibida personalmente mediante el arrepentimiento y la fe en Cristo   (I Timoteo 2:4; Efesios 2:8-9; Hechos 20:21).  Una persona se une a Cristo por medio de la regeneración del Espíritu Santo (Gálatas 2:20; Colosenses 1:27).  Como hijo de Dios, el creyente es libre de toda culpa y traído a una nueva relación de paz (Romanos 5:1).  El Cristiano crece a medida que el Espíritu Santo lo capacita para entender y obedecer la palabra de Dios (II Pedro 3:18; Efesios 4:15;  I Tesalonicenses 3:12).

6. Creemos que la iglesia es el cuerpo del cual  Cristo es la cabeza y todos los que creen son miembros  (Efesios 1:22-23; Romanos 12:4-5).  Al nuevo convertido se le prepara para ser bautizado luego de hacer profesión de fe, se le invita a unirse a una iglesia local para ser animado mutuamente y para crecer en discipulado. Enseñándole para la adoración, nutrición, servicio y la proclamación del Evangelio de Jesucristo al mundo (Hechos 2:41-42,47; Lucas 24:45-48).  Cada iglesia es un cuerpo auto-gobernante bajo el señorío de Cristo, con todos los miembros compartiendo responsabilidades (Hechos 13:1-3; Hechos 14:26-28).  La forma de gobierno se entiende que es “congregacional” (Mateo 18:17; Hechos 6:3-6; Hechos 15:22-23).

Las ordenanzas de la iglesia son el bautismo y la Santa Cena.  El bautismo es la inmersión del creyente en agua en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo (Mateo 28:18-20).  Es un acto de obediencia que simboliza la identificación del creyente con la muerte, entierro y resurrección del Salvador Jesucristo (Romanos 6:3-5).  La Santa Cena es el compartimiento del pan y del vino de todos los creyentes juntos en memoria continua del cuerpo roto y la sangre derramada de Cristo.  Es un acto de agradecida dedicación a él y sirve para unir su pueblo hasta su retorno I Corintios 11:23-26).

7. Creemos que la libertad religiosa, basada en las Escrituras, es el derecho inalienable de todas los individuos a la libertad de conciencia con responsabilidad final ante Dios (Génesis 1:27; Juan 8:32; II Corintios 3:17; Romanos 8:21; Hechos 5:29).  La iglesia y el estado existen por voluntad de Dios.  Cada una tiene sus asuntos y responsabilidades, libres del control de la una bajo la otra (Mateo 22:21).  El Cristiano debe orar por los líderes civiles, obedecer y apoyar el gobierno en asuntos que no sean contrarios a las Escrituras (I Timoteo 2:1-4; Romanos 13:1-7; I Pedro 2:13-16).  El estado debe garantizar la libertad religiosa a todas las personas y grupos independientemente de sus preferencias religiosas si son consistentes con el bien común.

8. Creemos que los Cristianos, individual y colectivamente, son la sal y luz de la sociedad (Mateo 5:13-16).  En un espíritu Cristo-céntrico, ellos se oponen a la codicia, al egoísmo y al vicio; promueven la verdad, la justicia y la paz; ayudan al necesitado y preservan la dignidad de las personas de toda raza y condición (Hebreos 13:5; Lucas 9:23; Tito 2:12; Filipenses 4:8-9; I Juan 3:16-17; Santiago 2:1-4).  Nosotros afirmamos la familia como la unidad básica de la sociedad y buscamos preservar su integridad y estabilidad  (Génesis 2:21-25; Efesios 6:1-4).

9. Creemos que Dios, en su tiempo y a su manera, dará un fin apropiado a cada  cosa y establecerá cielo nuevo y tierra nueva (Efesios 1:9-19; Apocalipsis 3:11; Juan 14:1-3).  Los muertos serán levantados, y Cristo juzgará la humanidad con justicia (Juan 5:28-29).  Los injustos serán consignados al castigo eterno preparado para el diablo y sus ángeles (Mateo 25:41,46; Apocalipsis 20:10). Los justos en sus cuerpos resucitados y glorificados, recibirán su recompensa y morarán por siempre con el Señor (Filipenses 3:20-21; II Corintios 5:10;   I Tesalonicenses 4:13-18).